
Desechando creencias que ya no nos sirven
Qué son los introyectos y cómo nos afectan
Los INTROYECTOS son aquellos mensajes que recibimos cuando éramos niños y que convertimos en verdades absolutas sin reflexionar sobre ellas (sin masticarlas). Se pueden identificar buscando en nosotros mismos mensajes que nos decimos y que suelen empezar con “debería…”, “tengo que…”, “hay que…”. También se esconden tras refranes y normas no expresadas pero que se sobreentendían del resultado de la interacción con nuestras figuras principales de la infancia (mamá, papá, los abuelos, los profes, los hermanos mayores, etc.).
Cuando somos pequeños tomamos estas creencias como válidas por amor a la persona que nos las transmite y para adaptarnos al entorno que nos rodea. Nos sirven durante un tiempo para vivir de la manera más cómoda y satisfactoria posible que se puede vivir en ese momento.
La necesidad de actualizar nuestras creencias
Muchas de estas creencias antiguas se transmiten de generación en generación sin ser adecuadamente digeridas. Se asumen y aunque tenían sentido en una época pasada, cuando llegan a nosotros ya no tienen tanta razón de ser, sin embargo si no se hace una revisión psicoterapéutica de ello perduran y se siguen transmitiendo a las siguientes generaciones.
Toma consciencia de tus creencias limitantes
Para ello, te propongo el siguiente ejercicio de toma de conciencia sobre tus propios introyectos:
- Coge una hoja de papel y tres bolígrafos o rotuladores de distinto color.
- Separa la hoja en dos partes, como en dos columnas.
- En la primera columna, con un color, escribe todas aquellas frases que te vengan a la cabeza que empiecen por “debería…”, “tengo que…”, “en la vida hay que…”, refranes, normas, ideas sobre cómo deben ser o hacerse las cosas. Escribe las frases enteras, siempre comenzando con las fórmulas propuestas (“debería…”, “tengo que…”, “hay que…”) y una debajo de otra. HAZ ESTO ANTES DE PASAR AL SIGUIENTE PASO.
- ¿Ya? Seguimos. En la columna de al lado, escribe con otro color las mismas frases pero cambiando el comienzo “tengo que…” por “quiero”. Por ejemplo:
Tengo que tener la misma pareja toda la vida Quiero tener la misma pareja toda la vida
- Una vez hecho esto, lee en voz alta la segunda columna, respirando profundamente entre un enunciado y otro. A medida que vas haciendo esto, observa qué sientes con cada uno y marca con el tercer color aquellas frases que al pronunciarlas con el comienzo “quiero” te hacen sentir cómoda y conectar con ese deseo.
Es posible que hayas descubierto algo sorprendente.
Si al hacer el ejercicio te sientes abrumada por la emoción, o percibes alguna sensación de malestar consulta con una psicóloga especialista en psicoterapia para poder trabajar sobre ello de una forma segura y responsable. No es necesario que seamos capaces de abordar nuestra intimidad sin compañía, contención y cariño.